Ayer tenía una cita. A partes iguales encuentro con la cultura, y encuentro con los amigos. Una obra de teatro, un poquito de poesía. Alguna risa, y un entorno cada vez mas subyugante. Toledo. Solo hubo un ausente. Mi cámara. Por descuido, se me olvidó en casa. Menos mal que al menos llevaba el móvil.
Pasear por las callejuelas del casco histórico de Toledo empieza a ser para mí una pequeña adicción. O grande. Y siempre, siempre me quedo con ganas de más.
Mientras paseaba con mis acompañantes, me iba dejando caer, haciéndome el remolón, para rezagarme unos metros e ir coleccionando puertas, callejones, miradas.
Con el encanto que tiene la noche, y el misterio de tener esos rincones casi sin gente, fui quedándome con una parte de los rincones que guardan leyendas, y muchos siglos de historia.
Callejones donde los muros convergen hacia las alturas iluminadas por farolas de forja, donde a la vuelta de cualquier esquina podría encontrarse uno a un espadachín del siglo de oro...
Pendientes imposibles, en callejones de anchuras casi angustiosas. No quiero pensar en un claustrofóbico en el callejón del Toro.
Y rincones apenas iluminados donde las piedras del suelo marcan la linea de una calle que parece desaparecer en la penumbra de la noche.
Las tapias de solares abandonados, a la espera de tiempos mejores dirigen la mirada hacia la Iglesia de San Justo.
Y piedras y ladrillos con quien sabe cuantas historias a sus espaldas reivindicando una necesaria mano de un maestro albañil, que restaure su demacrado aspecto para seguir contando mas historias, durante mucho más tiempo...
Hasta aquí una parte de ese paseo por las calles de Toledo. Siempre me quedaré con ganas de más, de volver a perderme por esos lares y seguir disfrutando del encanto de una ciudad que atesora tanta historia.
A ver si la próxima vez me acuerdo de llevarme la cámara. En cualquier caso, espero que este pequeño paseo te haya gustado. Y Si así ha sido, espero volver a encontrarte por este rincón algún lunes de estos. Hasta entonces... Chaooo
JLROMERO
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