¿Independencia de qué y de quién?

El sentido de la independencia territorial, política y económica siempre me ha parecido que era materia clara de la que la soberanía popular tenga que decidir. Por supuesto valorando el deseo y la voluntad de toda ésa ciudadanía que tuviera algo que ganar o perder en una decisión de éste calibre. Me parece que el asunto así lo requeriría.



Sería curioso, porque mientras los seguidores de la derecha catalana apoyarían, sin dudas, la permanencia de Catalunya en España, muchos de los votos que en el resto de España se produjeran a favor de la independencia vendrían de esos seguidores de planteamientos conservadores. Es fácil, es en ésos círculos dónde radica la fobia anti-catalana hasta el punto de desear que se vayan. No en los del progresismo de izquierda, no en el del mundo del trabajo. Sí en los círculos conservadores, de unas u otras siglas.

Ésa situación pudiera parecer tan curiosa como la de que parte de esa izquierda en Catalunya apoye las posiciones políticas de la derecha vinculada a Convergencia para que puedan intentar llevar hacia adelante “su” proyecto de independencia.

Por eso yo seguiré insistiendo en que las preguntas, y sus posibles respuestas, que se hagan los votantes de opciones progresistas, no pueden ser las mismas que realicen las personas con perfil ideológico conservador.

¿Independencia de qué, de quién? Los equilibrios de las fuerzas multinacionales no permiten ya ciertas soluciones a viejas reivindicaciones. No sería posible un sistema bancario catalán autónomo del sistema financiero internacional. La Banca mantendría sus normas con o sin fronteras, ella no las tienen. Tampoco sería ya posible un colectivo empresarial con idiosincracia  propia, vinculado a las raíces del hecho catalán, preocupado por el mantenimiento de las riquezas catalanas y de los catalanes por encima de todo. Ese empresariado no resistiría ni medio minuto los envites de las multinacionales, nada proclives a aceptar competencias locales.

Tal vez la Independencia se pudiera plantear como alejamiento de los planteamientos sociales conservadores, que están marcando las reglas de una sociedad tremendamente más injusta dónde se protege el poder y los bienes de las clases más privilegiadas a costa del Estado del Bienestar que garantizaría una vida digna a los trabajadores y trabajadoras. Pero entonces la independencia deseada por muchos catalanes y muchas catalanas no sería con respecto a España sino en relación a los abusos de un sistema internacional claramente explotador. Pero señores y señoras de izquierdas, esto ya es más complicado ¿verdad? Para esto no podríais contar con el apoyo de la derecha catalana ¿verdad? Sin embargo para lo que está encima de la mesa ellos sí pueden contar con vosotros ¿verdad?

Esa Independencia, por la que mucha gente de la izquierda catalana pierde el sueño, ni siquiera podría garantizar la enorme lacra de la corrupción política y empresarial. Convendrán conmigo en que esto al igual que en otros asuntos mucho más benéficos, Catalunya nunca se quedó atrás.

Cómo ni siquiera podrían garantizar soluciones mínimamente humanitarias al grave problema de las migraciones. Me da por imaginarme una Catalunya independiente con las fronteras con España libres al paso de inmigrantes y una frontera de Francia cortada a ésos efectos. Pero, efectivamente esto ya son “chascarrillos” que nada tienen que ver con la reflexión central. ¿O sí?

En estos momentos, dónde las estrategias de los grandes poderes económicos internacionales triunfan, dónde todo se mide por el monto del beneficio o el precio que cuesta en un lenguaje más único e internacional que nunca, hasta hablar de España empieza a carecer de sentido. Con la nueva iniciativa del TTIP, hasta el concepto Europa carece de valor para los trabajadores y trabajadoras. La Autonomía de un País se la dan sus leyes y su fiscalidad, si ni una ni otra se pueden garantizar, ¿de qué autonomía política y social hablamos?

Como para hablar de Independencias.


Ricardo Garanda Rojas 

(@rgarciaaranda)