viernes, 4 de septiembre de 2015

Impotencia

Hoy voy a escribir forzado, por mantener la costumbre de escribir la columna todos los viernes, pero hoy no le veo demasiado sentido. Porque de ninguna manera soy capaz de escoger un tema distinto al del drama inconcebible de los movimientos migratorios que se están produciendo en pleno corazón de la cultura occidental.
No soy capaz de hablar de otro tema y con éste siento una inmensa impotencia. Sólo puedo hacer lo que la mayoría de vosotros, expresar mi enorme cabreo y constatar, una vez más, la incapacidad que tenemos para entender nuestros propios discursos.

Elvira Lindo dice que no se fía de la manipularidad de las imágenes, que prefiere las palabras. Pero puestos a engañarnos unos a otros y a nosotros mismos, las palabras son un instrumento perfecto. Por eso no entendemos nuestros propios discursos, porque son falsos, porque tenemos la debilidad de expresar nuestros más humanitarios sentimientos, pero la “dureza” de la vida se impone y nuestro egoísmo tiene un esqueleto fuerte y poderoso.


Los Gobiernos de Europa están atascados, no quieren asumir grandes compromisos convencidos de que con ese freno echado representan fielmente la opinión de la mayoría de sus representados. Y tal vez tengan razón, yo me temo que tienen razón.
Y es porque me temo que el movimiento ciudadano de Islandia ofreciendo acogidas muy por encima de lo que su gobierno había comprometido, es numéricamente mucho menor que el de los ciudadanos y ciudadanas de ése País que comprenden y asumen el tacaño ofrecimiento de ése gobierno.
Fotografía de J.L. Romero


¿Cuánta gente de verdad está dispuesta en España, no sólo a que se acoja un importante número de familias de las que vienen huyendo de las guerras y las miserias, sino aceptar que compitan con nosotros en la lucha por los escasos huecos en el mercado de trabajo y participen de los gastos de la sanidad, la educación y las infraestructuras públicas sin haber colaborado en los ingresos? El problema de fondo no es que el Gobierno sea cicatero en su compromiso, sino que demasiada gente puede asumir la corrección de ésa mezquindad.

Las imágenes desgarran. Ese niño…

Pero además el problema es mucho mayor de lo que vemos, y de más calado. Solventar esta situación coyuntural es cuestión de compromisos gubernamentales y dinero, pero arreglarlo en origen es ya un problema sistémico. Los egoísmos de los grandes poderes han aprovechado históricamente las confusiones sociales y religiosas de ciertas zonas del Mundo. Las grandes necesidades del Sistema así lo exigían. Esa desgarradora imagen del niño en la playa ¿no os recuerda a otros niños de otras playas, de otras arenas?

Los que han provocado todo esto no lloran. Ellos seguirán dominando el Mundo desde la fiesta y nosotros seguiremos lamentándonos y llorando…
...de vez en cuando.

No debiera haber empezado, hoy no tenía yo ganas de hablar de esto, de hablar de nada.


Ricardo Garanda Rojas (rgarciaaranda)

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