viernes, 17 de junio de 2016

Refugiados (Forasteros)

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)
17-06-2016




Forastero siempre fue, en nuestra ancestral cultura, un término despectivo, era alguien de fuera, distinto, que no tenía que ver nada con nosotros, alguien a quien había que vigilar porque “¡a saber!”. A los padres no les gustaba que su hija saliera con un “forastero” y si no eras del pueblo y te querías casar con una paisana, tenías que pagar “tu impuesto” a los amigos de la novia. Solo los “forasteros”….De ahí venimos.



Ahora, refugiados, exiliados, migrantes, forasteros en tierras desconocidas buscando protección, ante desconocidas gentes, para ellas, para ellos, para sus hijos. Forasteros por dejar atrás la guerra, el hambre, las enfermedades, los odios.

Sombras en las fronteras, en las alambradas, en los caminos. Sombras en el mar. Nuestros egos no nos dejan hueco. Los egos de la vieja cultura occidental más rancia que pretende dar lecciones de humanidad…¿a quien?, mientras maltrata inmisericordemente a cientos de miles de personas.

Encerrados entre la mar, la guerra
y el extraño muro.
Migrantes, forasteros
de gastados pies andantes
y labios mudos
lacrimales secos en ojos tristes,
de augurio oscuro
y sueño ligero,
ojos hinchados, secos, suplicantes.
(Se acaba otra primavera
a este lado del muro
pero estamos como antes,
no cambia nuestra miseria)…

Como siempre, cuándo nos sentimos impotentes, digamos al menos lo que pensamos, y hagámoslo en voz alta, expresemos abiertamente nuestros deseos de que las cosas sean de otra manera. En ocasiones solo sirve para que nos sintamos un poco mejor, más comprometidos con nuestras ideas y con las de nuestros amigos y compañeros y compañeras. Pero otras muchas veces, la presión popular, nuestra presión en las calles sirve para que se abra una grieta por dónde pasa el aire que vence a la asfixia de la ignominia.

Para bien o para mal, los gobiernos actúan siempre bajo presiones, a veces cualitativas, de élites, otras cuantitativas, de mayorías democráticas. Ahora los gobiernos europeos, de manera muy cobarde, no se atreven a tomar medidas realmente humanitarias con los migrantes (más allá de la definición legal de Refugiado), entre otras razones porque sienten en el cuello el soplo de los discursos de organizaciones populistas y xenófobas que amenazan con arrebatarles el poder en las urnas si permiten que las desesperadas familias que buscan refugio en la paz de Europa traspasen las fronteras de sus “patrias”,

y les arrebate su “status quo” del nacional privilegio.

El próximo día 20 de este mes de Junio (dentro de tres días) se ha elegido para que reivindiquemos los derechos humanos que debieran tener los cientos de miles de refugiados que están en las fronteras de Europa esperando ayuda, poder avanzar hacia una vida que les corresponde en un mundo que sólo definimos como Globalizado cuándo hablamos de internet y de capitales.

El día 20 deberíamos salir a la calle a expresar nuestra opinión al respecto, y deberíamos convencer a más gente para que haga lo mismo. Deberíamos hacer eso y valorar la postura que cada opción política tiene sobre migraciones en sus programas electorales. Hay tiempo para que los políticos revisen sus prioridades y agendas.

…Y ésas tierras del barro rojo
se llenan de vallas
en ciudades, en desiertos,
trazando la raya
para que no muera el muerto
en tierra nuestra
para que jamás
viva el muerto
en nuestra tierra.
Siguen creciendo así las vallas
y muriendo todo lo demás….

Que los partidos políticos y los gobiernos sientan también nuestro soplo y nuestro grito.



Pdtas.- Los textos en verso son fragmentos de mis poemas “Huir” y “Sombras en la Valla”.
Para entender las referencias que se realizan sobre fechas, téngase en cuenta que esta columna esta escrita y publicada el 17 de Junio de 2016.

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