viernes, 7 de julio de 2017

El Hombre del Látigo

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)  


Juan Luis nunca lo tuvo fácil, él siempre quiso esforzarse, y a veces hasta consiguió hacer cosas meritorias, pero parecía que todos iban contra él.
Su padre empezó a trabajar de botones en el Banco Mercantil y tras varias compras, integraciones y fusiones terminó de director en una buena oficina del Santander. Tuvo mucho mérito lo de su padre, al menos eso le repetía un día sí y el otro también a Juan Luis.

“No como tú, que no vas a llegar a nada”


No era buen estudiante Juan Luis, él decía que se esforzaba, pero a juzgar por los resultados, arrastrando siempre asignaturas de un año para otro, no parece que lo hiciera lo suficiente. Porque “corto, corto”, no era,  a veces le costaba entender las cosas, pero no parecía tonto, de hecho consiguió entrar en el mismo banco dónde trabajaba su padre y, contrato tras contrato, se fue quedando.

Valía muy bien para “los mandaos”, haciendo lo que le decían sus superiores llegó a equipararse con su padre, consiguió la dirección de una oficina, no era tan importante como la de su antecesor, pero una oficinita, que ahora las cosas estaban más difíciles. Ese día fue el más grande de su vida.

“Veremos lo que duras”. Es que ojo con su padre.

Y la verdad es que no duró mucho en ese puesto. A base de dar la razón siempre a sus jefes, de entregar su alma a la oficinita, a veces con un bocadillo hasta las 7 o las 8 o las 9, o…
Y si había reunión:  “Cariño, no sé a qué hora acabaremos”. No te preocupes, “cariño” que yo tengo muchas cosas que hacer, atiende a lo que te digan y luego pásatelo bien”

Atendía aunque al día siguiente tenía que llamar a algún compañero de otra oficina para preguntarle “¿Tú entendiste esto?”. Y luego se lo pasaba bien, eso sí, para hacer la pelota y quedar bien le metía unos viajes a la tarjeta que no veas. “Joder cariño, me dijiste que me lo pasara bien y eso cuesta dinero”

Aunque su padre no lo viera claro, Juan Luis ascendió a Jefe de Zona. La releche, los que le conocían y estaban en su zona empezaron a preocuparse seriamente.
"Te hemos puesto aquí para que levantes las cifras de ésta zona, que son las peores de mi Regional. La gente no dá ni golpe, no visitan a los clientes, se van a casa con el trabajo sin terminar, no informan de sus gestiones y yo creo que es porque no las hacen. Tienes que apretarlos y si por las mañanas no les dá tiempo, que hagan como hacias tú, bocadillo y a seguir, y si aún no avanzan, está la noche, y los fines de semana y las vacaciones. Te va en ello tú trabajo y a ellos el suyo, que hay mucha gente en el paro esperando."

Sí  D.Tomás, no se preocupe, ya verá como pronto empieza a cambiar esto, aunque me quede solo y lo tenga que hacer yo todo. Pues  ¡ale!, a empezar… Se le quedó una sonrisita al Tomás de las narices, él también había sido “hombre del látigo”, pero él se supo cubrir las espaldas, procuró apretar sin sobrepasarse y por eso fue uno de los pocos que no acabaron en un rincón de Boadilla. Pero éste Juan Luis es carne de cañón. Campeón del cinismo éste D.Tomás.

A las 8 sonó el teléfono en una oficina, cada minuto que pasaba iba sonando en otra. La secretaria de Juan Luis: esta tarde a las siete quiere verte aquí el nuevo director de zona. Pero yo a esa hora no puedo, he quedado con mi familia, tengo médico, voy con mis hijos a un teatrillo, vienen mis suegros a merendar….Vale, yo no digo nada, te paso con el jefe y se lo cuentas a él. No déjalo, ya veré como me las apaño.
A las siete menos cuarto ya estaban allí la mayoría, a las menos cinco solo faltaba uno que no iba a venir. “Este no sabe con quién está tratando”. Reunión, sólo habla el jefe:
Me han puesto aquí para que levante las cifras de ésta zona, que son las peores de la Regional. No estáis dando ni golpe, no visitáis a los clientes, os vais a casa con el trabajo sin terminar, no informáis de las gestiones que hacéis y yo creo que es porque no las hacéis. Me han dado órdenes de que os aprete y lo voy a hacer y si por las mañanas no os da tiempo, pues hacéis como he hecho yo siempre, bocadillo y a seguir, y si aún no avanzáis suficiente, está la noche, y los fines de semana y las vacaciones. Como comprenderéis yo ya no tengo nada que perder, si no consigo que esta zona avance me mandaran a otra, pero a vosotros os va en esto vuestro trabajo que hay mucha gente en el paro esperando.

¿Ha quedado claro? Parece que sí porque nadie levantó la mano. Y entonces remató con aquello de “Venga, esto es un trabajo de equipo, si cada uno hace su parte, aunque sea con un pequeño sacrificio, yo me encargaré de que esto vaya como la seda y todos nos alegraremos, sabéis que he estado dónde vosotros y si crecemos seguiré estando a vuestro lado. Ya os iré llamando…

Y ya lo creo que llamó, a todas horas, todos los días, normalmente por las tardes. Nadie sabía a qué hora se podía ir a su casa.(excepto el que no fue a la reunión, que cómo tenía buenas cifras Juan Luis tuvo que dejarle en paz) Y fue encabronando a todos incluyendo a las dos directoras que había en la zona.  Y enviaron a través de sus representantes una queja al Regional. Y D. Tomás llamó a Juan Luis a su despacho, ¿qué haces Juan Luis que tienes a todos los directores enfadados contigo?  Lo que usted me dijo D.Tomás.
Pues el caso es que las cifras no han subido,  será verdad lo que me dices de que los directores dedican ahora muchas más horas que antes al banco, pero las cifras no suben. Pues yo ya no sé que hacer. Ya veo, ya. Nada, no te preocupes, el lunes te presentas en recursos humanos de Boadilla que tienen allí un trabajito para ti muy interesante controlando estadísticas, que es el futuro…

¿Cómo puede seguir habiendo tanto estúpido por ahí?

¿He dicho estúpido? Vale, vamos a dejarlo ahí.



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