sábado, 1 de julio de 2017

El Silencio del Miedo

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)

Sonseca, 010707


Ese Silencio de años, de vidas. Huidas a la ciudad. Silencio rural.

Yo he observado a algunos paisanos, ya de 50, 60 o 70 años. ¿En qué momento la vida del pueblo les hubiera permitido declarar que les gustaban más las personas de su mismo sexo?
Algunos, algunas, se fueron a las ciudades  para hacer posible su libertad sexual y de elección de pareja, allí es más difícil encontrar a alguien ante quien sentir la necesidad de ocultarse. Pero otros, otras, se quedaron. Y de ellos muy poco lo asumen públicamente.


Aún sigo conociendo gentes jóvenes que guardan silencio sobre algo que tendrían que gritar a los cuatro vientos. Un día le dije a unos paisanos, después de un recital poético, “tenéis una hija extraordinaria”, y me contestaron “Bueno…”
Hay muchos silencios todavía y no es justo. Escribo esta reivindicación el día de la reivindicación universal. Me uno.
Y lo hago para llamar la atención de que en el mundo rural esta falta de libertad, no tanto por culpa de las leyes sino por la ceguera de muchas gentes, es doblemente presionante.

A quienes lo sufren les regalo este poema, recién salidito del horno. A ellas, a ellos, a quienes sintieron la necesidad de irse y a quienes se quedaron en su pueblo con su soledad y su silencio.

No es cierto
el silencio del miedo,
es falso hasta el extremo
del odio.

Es un silencio que planifica,
sueña con un futuro
distinto, de otros equilibrios.
Es un silencio duro
de miradas duras.

Un silencio de desahogos,
sin resistencia,
en la barra de la taberna
o en el sofá de casa
con esa mirada eterna
que no mira a nadie,
solo a ese vacío
en el que viaja
la impotencia.
Foto: @pootko

Es un silencio oculto
que duele,
que clama por la victoria
del grito,
esa venganza sin sangre,
sin duelo,
liberadora de viejas penas,
constructora de canciones,
de poemas,

de esqueletos de vidas soñadas.

Es falso el silencio del miedo
tanto como una escuela vacía,
como una estación sin trenes,
como una guerra sin muertos.

El buen silencio se alimenta de palabras ocultas,
libres pero ocultas,
ocultas pero vivas.

No sirven discursos atados
Ni pensamientos aplastados
por la bota del imponente.
El silencio del miedo
es solo la aceptación
del fusilamiento
de la palabra libre
en la cárcel de la mente.


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