sábado, 25 de noviembre de 2017

Chus Lago: Gigante

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)

Chus Lago cuenta su hazaña de llegar al Polo Sur atravesando la Antártida en un libro cuyo título abusa de una injusta modestia que, al menos ante mis ojos, hace parecer inapropiado. “Tras las huellas de Gigantes” puede sugerir la importancia de lo que hicieron sus predecesores infravalorando la indiscutible hazaña personal que ella misma, y sola, concluyó. Chus Lago es ella misma “una Gigante”, y si no lo tenéis claro leer su historia, contada por ella misma en la editorial Aguilar.

Esta mujer de cincuenta y tres años que con treinta y cinco se dio una vuelta por el Everest dejándose el oxígeno en casa y con cuarenta y cinco se enfrentó a una travesía a pie, en solitario, por la Antártida desde la bahía de Hércules hasta llegar al Polo Sur. Cincuenta y nueve días a unas temperaturas entre 30 y 50 grados bajo cero y con vientos, a veces, muy por encima de los cien kilómetros por hora. Y, permitidme que insista, sola. En un silencio tan absoluto que sólo el viento era capaz de romperlo. Sólo el viento y el arrastre de un trineo con ciento trece kilos de peso (El doble de lo que ella misma pesaba) durante mil doscientos kilómetros.

Foto de "Sobre hiuellas de gigantes" edt. Aguilar
Pero ella misma reconoce que pasar hambre, frio, miedo y otro tipo de penalidades no puede ser un fin en sí mismo, sino circunstancias inevitables aunque se desee, con frecuencia ardientemente, evitar. Tiene que haber detrás algo tan grande que se valora más que la propia vida

Cuando Chus Lago llega al Polo y todavía nadie lo sabe, se siente totalmente propietaria de su vida y de sus sueños, absolutamente nadie en el mundo sabe que ella está allí, que ha llegado, no puede haber soledad más apasionante. Nada ni nadie le impide compartirlo con la única persona que en esos momentos le gustaría tener a su lado, Merab, -que le vierte sobre el pelo una jarra de agua caliente-. “Te dije que lo conseguirías”. Ella ha llegado y él no podrá hacerlo. 

En la conferencia que dio en Sonseca, en el contexto de la “ Semana de la Montaña” que año tras año llegando al XV,  organiza el Club Torozo de Senderismo de esta localidad toledana, dijo algo que a mí me llamó especialmente la atención. Confesó que cuándo hizo cumbre en el Everest, no tenía muy claro si había ganado algo o lo había perdido.

Foto de "Sobre huellas de gigantes" edt. Agular
La idea de llegar al Polo Sur en las condiciones que lo hizo, nacería como una utopía que se iría metamorfoseando a sueño posible y a partir de ése mismo instante comienzó la aventura. Es cierto que cuándo llega a la base de la “Zona Cero”, finaliza algo más que los 1.200 kilómetros, acaba una historia que comenzó mucho antes.

Chus Lago nos dice con su gesta que es la fuerza interior la que permite que a veces los imposibles puedan alcanzarse, y eso no se entrena. No son solo músculos que haya que endurecer, no son solo técnicas que haya que dominar, no basta con tener todos los conocimientos posibles sobre el entorno, el medio en el que hay que moverse y avanzar, no basta con todo esto, hace falta contar con algo interior que sólo un puñado de personas poseen.

Gracias Chus, Gigante.                                                       




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