jueves, 15 de febrero de 2018

Pesadilla En Zocodover (I)




Ricardo Garanda(@rgarciaaranda)

Sois capaces de imaginaros que un día os levantáis, pasáis por la plaza de Sant Jaume, de Barcelona, o por la del Pilar de Zaragoza o Ciudad Real, o por esa otra Redonda de Valencia, La Alameda de Sevilla, Maiona de Bilbao o la Puerta del Sol de Madrid y os la encontráis llena de migrantes, pero llena, llena de verdad, muchos miles, cientos de miles de exiliados, hombres mujeres y niños allí, mirándote según pasas, esperando que alguien diga algo, que alguien proponga alguna solución a su parálisis vital. Esperando que alguien como tú les mire a los ojos y diga alguna cosa que les anime a pensar que sus vidas pueden ser posibles algún día. Porque ahora ellos saben que no lo son.

Huyeron de sus guerras y de sus miserias y quedaron varados en el lodo de la civilización occidental. Son personas, pero no las podemos atender, no nos sobra de nuestros lujos como para sacrificarnos por ellos, por ellas. Y los tenemos enjaulados, esperando a no sé qué. Tal vez a que su guerra se acabe y puedan volver. O tal vez a que haya otra con nuevas y más grandes atroces locuras que tape las actuales.

Insisto, ¿os imagináis que en lugar de verlos, lo poco que les sacan, a través del televisor, malviviendo en eso que llamamos “campos de refugiados”, los viésemos un día en nuestras plazas. Suplicantes, desesperados, sin fuerzas siquiera para exigir sus derechos como seres humanos? ¿Sois capaces de imaginaros tal cosa?. Venga, esforzaos, a cosas más difíciles os habéis atrevido en vuestra imaginación ¿o no?.

Pues eso ocurrió en la plaza de Zocodover de Toledo. Y nadie lo ha contado. No hay imágenes, no hay información escrita, no hay sonido. Por supuesto no hay informes oficiales y los pocos testigos guardan silencio. Pero esto ocurrió allí. Una mañana apareció la plaza de Zocodover de Toledo absolutamente llena de gentes de otros mundos, de otras guerras, de otras miserias. Y llenaban la plaza y la cuesta de Carlos V hasta más allá del Alcázar, y la calle Ancha, y no podían entrar más por el Arco de la Sangre porque la calle Cervantes estaba a tope.

Eso ocurrió en Toledo y yo lo cuento. Pesadilla en Zocodover será el título del libro porque esa es la historia que cuenta.
Yo lo he escrito, pero no puedo leerlo por cada uno de vosotros, por cada una de vosotras. Lo normal es que penséis que esto es imposible que ocurra, que los “extranjeros” están todos a buen recaudo en las fronteras, vigilados por los oportunos ejércitos. Yo os digo que ocurrió en Toledo. ¿Y si fuera verdad?, ¿Y si aún no lo ha sido pero puede serlo en cualquier momento?. Dadme unos días y salimos de dudas.


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