viernes, 2 de marzo de 2018

Pesadilla en Zocodover (III) Desde Lisboa: “La Guerra de las Almas”


 Ricardo G-aranda (@rgarciaaranda)



Hablar de almas en Lisboa es como provocar a lo desconocido, a algo que sabes que te rodea pero no ves, no palpas, no llegas a entender, o sí… 

Sientes un terciopelo agradable mullendo tus más íntimos sentimientos. 

Hay lugares únicos en el mundo, Lisboa es uno de ellos. Es una ciudad para andar despacio, mirando a las fachadas, regodeándote en las estatuas (una al menos en cada largo o plaza), en el rio-mar, en las piedras de sus muros. Apetece hablar en voz alta para escucharte en ella, mirar a los cristales de los escaparates para verte en ella. Es una ciudad ideal para soñar. Y para encontrar respuestas.

Allí estuve hace poco y, además de leer algo de Saramago, releí “Sostiene Pereira” de Antonio Tabucchi. Es una buena novela, pero me molestó su final, porque el protagonista demostraba su heroicidad y merecía la oportunidad de vivirla, para él y para los demás. Tabucchi le niega esa vida de héroe y el aire de  ensueño de Lisboa me animó a mí a contarla.

Así surgió la historia de “La Guerra de las Almas”, la vida de Pereira desde que sale del libro de  Tabucchi y de Portugal en una época maldita para los portugueses, para España y para una parte importante del mundo. Una época de victorias y derrotas, de vidas y de muertes, de héroes y heroínas. 

Y en medio Pereira, había que contarlo.


La Guerra de las Almas es, además, un alegato a la libertad del hombre para cambiar y hacer cambiar. El derecho a modificar sus propias ideas equiparable al derecho de intentar convencer a otros para que cambien.
La libertad de ser libres, no solo desde el convencimiento individual, también desde el discurso colectivo.

La historia de “La Guerra de las Almas” formará parte del libro “Pesadilla en Zocodover y otros Relatos" que pronto verá la luz, si es que es así cómo se puede llamar al proceso de abandonar mi cabeza y aparecer en las manos y ante los ojos de aquellos lectores y aquellas lectoras que puedan tener algún interés por estos quince relatos, que pretenden provocar quince reflexiones y quince buenos momentos de distracción y divertimento, dejando, a ser posible, un poco de huella.

 Atentos a esta cita, creo que nos puede gustar.

Y si no, ya sabéis, siempre nos quedará Lisboa (Perdón, era fácil).

Posdata.- Encontré algunas respuestas y las conté en mi relato.


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